Huésped del aire. Visiones desde la Pandemia

Sentimos la necesidad de expresar agradecimiento a Elssaca por esta lectura placentera, embriagadora, conducente al ejercicio del pensamiento desde nuestra propia interioridad. Obra ecléctica, honda, desafiante, nutrida por ensayos, poesía e imágenes. Es el logro de un trabajo admirable, con recursos aplicados con verdadero oficio, con destreza, ajenos a la vana afectación.

Graciela Bucci
Instituto Literario y Cultural Hispánico de California
(Westminster)

Portada
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Índice

Testimonio compartido: Huésped del aire……………………..12
Proemio para poéticas prosas: a quienes leerán ………………26

Los círculos del infierno …………………………………31
Del miedo a la paranoia ………………………………….. 32
Nuestro viaje al fin de la noche ………………………..36
Manifiesto entre sarcófagos……………………………….40
Preguntas al borde abismo ……………………………….46
Las puertas del infierno……………………………………..50
El guardián redentor ………………………………………..54
La memoria de la tierra ……………………………………58
Pictórica olla común ………………………………………..64
Descendí las escaleras ………………………………………70

Cafés y bares literarios …………………………………..78

Frankfurt am Main, Barcelona, Madrid,
Estambul, París………………………………………………. 89
La cofradía del Lancelot …………………………………..98
En las postrimerías del milenio en fuga ……………..103

¿Por quién doblan las campanas? ……………………….108

Rastros y rostros de las pandemias ……………………148

Cambio mis sombreros …………………………………..149
Algoritmo conspirativo …………………………………154
Al interior de las pesadillas ……………………………. 157
Tempus fugit ………………………………………………… 166
Fenómenos zoonóticos ………………………………….. 169
Fervor del imaginario …………………………………… 174
Piedra filosofal …………………………………………….. 175
El cerebro y la conquista de Marte………………….. 176
Reivindicación “murcielaguesca” …………………… 178
Prometeo moderno ……………………………………….. 185
Nacer al revés ……………………………………………….. 187
Acto poético en pandemia …………………………….. 188
Salto cuántico ………………………………………………. 190

Theodoro Elssaca ………………………………………. 198

Índice de poemas de Theodoro Elssaca

El silencio del pan ……………………………………………….68
El espejo humeante ………………………………………………..74
Damero ………………………………………………………….96
Apología del papel ………………………………………..106
Travesía del relámpago ………………………………….142
Árbol de las palabras………………………………………160
Geometría de las palabras …………………………………172
Fulgor de relojes ……………………………………………..180
Fatum parcae ………………………………………………….192

Prólogo: Graciela Bucci

Testimonio compartido:
Huésped del aire

Visiones de Theodoro Elssaca durante la pandemia

Nos internamos en la indagación profunda de este libro, ecléctico, desa ante; nutrido por ensayos, poesía e imágenes. Desde el paratexto, su título y dibujo, imbuidos de alta signi cación alegórica, nos invitan a captar la interpretación cultural del símbolo, su propia intelección; sugieren y son clave de unidad de todos los textos.

En la portada, diseñada por Henry Chicago, aparece la imagen del médico veneciano llevando un murciélago en el extremo de su vara, animal con carácter ambiguo que tiene significaciones contradictorias. En este caso pensamos en un mamífero cuya honra ha quedado manchada por su vinculación con la pandemia que nos azota. Todo en el grabado nos lleva a sentir una suerte de amenaza; las manos del médico veneciano con dedos ajenos a la forma humana, el pico íbico del animal que nos remonta a las aves sagradas del antiguo imperio egipcio; pico de extraordinario poder carroñero. La imagen está sobre un fondo rojo-vino; sabemos que hay una simbología cromática que es de las más universalmente conocidas y conscientemente utilizadas, en liturgia, alquimia, arte y literatura en este caso. La relación de un color y el símbolo al que representa es capaz de sugestionar el pensamiento humano; de tal manera, que ese rojo nos lleva a pensar en la sangre palpitante y el fuego. Es el color de los sentidos vivos, ardientes, pero también nos lleva a pensar en el contexto del corpus de este libro: en la herida, la agonía, la sublimación.

Y es entonces que aparece el fantasma del miedo omnipresente y la necesidad de deconstruirlo, entender sus particularidades, pero también el sustrato común. Debemos encararlo como humanidad y como sociedad, es decir, hacerlo re exivo, hoy más que nunca, tarea que tiene hondas implicancias sociales, sanitarias y políticas. Esto nos lleva a estar capacitados para analizarlo, entenderlo y mediante la cavilación, eliminarlo.

Nos parece relevante mencionar que, en el capítulo Rastros y rostros de las pandemias, no solo tenemos la imagen del antiguo médico, sino que parece estar interactuando con un médico del hoy, debidamente protegi- do según protocolos, quien sostiene un globo terráqueo. Sin duda, en clara alusión al alcance de la pandemia.

En el capítulo Los círculos del in erno, episodio Del miedo a la paranoia, el autor nos acerca con erudición en el lenguaje que re eja un notable background literario y cultural, a reconocidos pintores, lósofos, escritores, músicos, conceptos mitológicos, religiosos, el arte rupestre que surge entre otras menciones, en su referencia a la protección del Indalo, dios del arcoíris que se tallaba en los hogares como amparo contra los malecios.

Theodoro Elssaca, también sufre desde la pluma, su dolor diferente y único lo expresa con multiplicidad de ejemplos que dan cuenta de la profundidad de sus estudios, del bagaje riquísimo que ha obtenido a través de sus muchos viajes y sus experiencias de la época eu- ropea, o habitando por años lugares recónditos, plenos de historia de la humanidad.

En su indagación, reivindica el valor de la vejez; a modo de ejemplo nos remitiremos al comentario que le fuera dedicado por el antipoeta Nicanor Parra en el año 2002 y que dice así: “ eodoro: Gracias por acordarse de los viejos”; su rma y, debajo, tres llamativas cruces que, según palabras de nuestro autor, hacen referencia a Las Cruces, lugar costero donde vivió el brillante intelectual chileno en sus años postreros. En efecto, esa franja etaria tantas veces menospreciada, o sometida a malos tratos por parte de la sociedad actual, es redimida por Elssaca quien se re ere a ella con una frase de indiscutible rea- lismo: La dignidad erudita del viejo está encarnada en los grandes autores que nos precedieron […]; y nos habla de esos dos grandes opuestos complementarios que son la vida y la muerte, lo efímero y cíclico de nuestro paso por este mundo, el renacimiento según antiguas religiones losó cas, puesto en palabras mediante la mención de la rueda del Samsära.

En Nuestro viaje al n de la noche, hay expresiones que nos muestran la denuncia que se asoma clara en la pregunta: ¿Hay alguien a cargo de todo esto?, junto con una evidente demonización. Usa la personi cación para referirse al virus, nos hace cómplices involucrándonos en un plural inclusivo […] esto es una guerra biológica[…] y somos víctimas de traición.

Nos conmueve, nos inquieta, nos lleva a sentir su propia desesperanza y vacilación cuando dice en Mani esto entre sarcófagos: nos llega como un dardo la noticia que nos deja temblando, y luego la ausencia y su halo silente de misterio. Aparejado al signo pálido de la mortaja. Y me pregunto ¿volverá a despuntar el alba? Tras el dolor, la sentencia efectiva de la muerte, pero no deja las puertas de la esperanza cerradas por completo cuando nos evidencia la posibilidad de otro amanecer. Equipara el agudo sufrimiento con el naufragio, el hundimiento de nitivo. Según Nietzsche: Vivir para desaparecer.

En Preguntas al borde abismo, nos sorprenden una serie de preguntas retóricas o erotemas, bellas gu- ras literarias que rea rman su propio punto de vista, a la vez que nos incentivan a la reconsideración de temas de marcado corte existencial; de ahí que las considera- mos guras de pensamiento. Citamos: […] ¿Podrá uno salirse del camino? ¿Cambiar el rumbo de la travesía? ¿Morder el borde impreciso de la báscula que pesa las almas? […].

Las alegorías, esas sentencias por semejanza, surgen también en los grabados y otras imágenes. Se hacen presentes mientras transitamos las páginas del libro, como la de Caronte, el barquero de Hades guiando las almas errantes.

Guardián redentor, plantea una exhortación me- diante la frase imperativa, avasallante: ¡Señoras y seño- res, abran sus paraguas para protegerse […]! Nos remite a pensar que su mano estaba guiada por un marcado sentimiento de indignación y por la inminente necesi- dad de hacernos reaccionar ante lo fatídico.

En La memoria de la tierra, se fusionan el ayer y el hoy en el planeta que parece haberse desembarazado de la mano exterminadora del hombre. Nuevamente, en este episodio, surge la pregunta retórica que nos conmina al pensamiento re exivo: ¿No sería más sensato superar la derrota contaminante? […].

Hay un recelo que se apodera de los textos y nos exige no mantenernos incólumes ante las crueldades provocadas por este “asesino”, según el decir del escritor. No podemos quedarnos al margen de sus especulaciones, hay un compromiso inherente al corpus íntegro del libro que nos hace tomar partido, recapacitar, comprometernos, ser lectores partícipes, cuando nos interpela de esta forma: Es sospechosa esta cosa infecta. ¿Una guerra programada?

Pictórica olla común nos remite al género epistolar al mencionar las cartas que eo envía a su hermano Vincent Van Gogh. El autor de este libro, eo Elssaca, es un amante, conocedor y cultor del arte pictórico y nos conduce a Los comedores de patatas, cuadro de Vincent del que hace una fuerte referencia y que surge desde uno de sus poemas: “El silencio del pan” dedicado a Clotario Blest Riffo. Emerge de él una melodía ceremonial de honor al pan, alimento del cuerpo y el alma, símbolo de perpetuación y fecundidad. Como en un ritual, nos comparte su pan: […] Te sentarás a mi lado / repartire- mos el pan, / en silencio.

Descendí las escaleras es un prisma melancólico por el que deambulan la casona de la infancia, los muertos recordados junto al aroma de los azahares. Con su palabra tan imbuida de poesía, nos dice: Desde ese atalaya vi des lar a los que fuimos y el poeta se in- cluye en esa marcha que suena a despedida. Encontra- mos en este apartado otro poema:

El espejo humeante-Amazonas de notable signi cación mística en el que realza la gura del Sol, así escrito con mayúscula, como una forma de exaltación. Se trata de un fragmento de su obra homónima, surgida de la expedición poética al Amazonas, en 1987, que cuenta con un importante prólogo de Gastón Soublette: Esta obra de Elssaca es el gran testimonio de la poesía sobre la milenaria tradición chamánica de América. Según Juan Eduardo Cirlot, en su Diccionario de Símbolos: Teogónicamente el sol expresa el momento de máxima actividad heroica en la transmisión y sucesión de poderes […].

El siguiente episodio, Cafés y bares literarios, está precedido por la obra del pintor expresionista Solana que retrata “La tertulia de la sagrada cripta”, que Ramón Gómez de la Serna Puig convocaba en el Café de Pombo, en Madrid.

Es un espacio dedicado al ayer, que se nos hace tan lejano hoy ante la soledad impuesta por el “verdugo” que nos atrapa; el virus innombrable.

Desde su con namiento, Elssaca nos participa de una cotidianeidad, nos comparte sus remembranzas mientras saborea “café con cardamomo”; los amigos que se han ido, los bares tradicionales, peculiares li- brerías, la poesía de Nicanor Parra, Carlos Pezoa Véliz, Walt Whitman… y se suceden, en guirnalda mágicamente enlazada, los años universitarios, Ángel e Isa- bel Parra, Jorge Teillier, el lanzamiento de su segundo libro en 1984, el recuerdo de Cortázar en travesura de niño, leyendo subido a una mesa… visitan las páginas nombres y lugares traídos de un ayer pletórico de amis- tad y arte, entre ellos el talentoso escritor chileno Manuel Alcides Jofré, otro ausente por voluntad del des- tino. Al nalizar esa evocación de lugares de la cultura hambrienta de los ́80 en los que coexistían escritores, poesía, plástica, música, dramaturgia, antropología, historias de América y Europa, pinceladas con aires su- rrealistas, hay una aseveración que nos sacude: Como si la totalidad de ese cosmos lleno de ideales hubiera sido devorada por un fatídico agujero negro.

Estamos ante un hombre verdaderamente rico; en amistades, historias, saberes, travesías y sensaciones; exuberante en vida y cultura, que enaltece su ser de hoy.

Y, como emergiendo de una delicada ligrana, nos entrega otro poema: “Apología del papel”, en el que la pulcritud de sus versos nos lleva a concluir que el poeta es un auténtico demandante de la tinta que verterá en la hoja, con palabras que denuncian la men- tira, se quiebran, lloran catástrofes o amores, encierros y libertades, aun en épocas ingratas en las que el miedo surcaba el entorno, en momentos difíciles por cierto, para quienes se animaban a alzar sus voces transgreso- ras en un período que podríamos tildar de anacrónico y paradójico, a la manera de un virtuoso racconto cinematográ co.

Como es una persona de reconocida lealtad, deja expresamente manifestada su gratitud ante un texto que le dedicara Enrique Volpe Masotti, bajo el título La voz soterrada de eodoro Elssaca y nos dice: A la muerte de Volpe el grupo fue perdiendo su ímpetu. En esta misma página encontramos su poema “Damero”, del que emerge un clima teñido con los pálidos colo- res de las ausencias: Bajo un sol detenido por siglos / el pianista ciego eleva la música / pulsando con certeza las blancas de mar l / y matemáticas las negras de ébano. En evidente alusión a Beethoven y su Sinfonía Nro.3, Heroica.

De la misma forma, este libro está pleno de resonancias, alusiones implícitas en doble o triple lectura o explícitas sobre Platón, Dante, Petrarca, Da Vinci, Cervantes, Shakespeare, Boccaccio, Octavio Paz, Saramago y otros conspicuos autores, sin caer nunca en lo empalagoso ni en el culteranismo hermético. Al contrario, este “testimonio compartido”, es una invitación y a la vez provocación de un texto que se abre hasta el salto cuántico, la metafísica y lo cósmico.

El siguiente capítulo lo denomina Por quién doblan las campanas en el que nos brinda un sentido tributo a quienes partieron durante el proceso creativo de esta obra, la pandemia del año 2020. Aquellos autores que pasaron por su vida dejando el imperecedero legado de la amistad, pleno de huellas indelebles para su espíritu sensible.

De cada uno de ellos, plasma la oportuna disquisición y análisis en el que trasciende el reconocimiento. A continuación, otro fragmento de sus poemas que nos estremecen: Travesía del relámpago, título homónimo de su antología (publicada por Vitruvio, Madrid, 2013) obra prologada por el poeta español Ángel Guinda, quien nos dice: Estamos ante una de las voces poéticas vivas hispanoamericanas más densas y relevantes de entresiglos XX-XXI.

Este “rayo que no cesa” de Elssaca, es símbolo de la suprema potencia creadora, emblema de la soberanía, y la luz del relámpago nos remonta al albor y la luminosidad. Esa travesía a la que alude, como todo peregrinaje, involucra o reemplaza el avance por el laberinto hasta descubrir su centro —que es una imagen del centro— no su identidad. Citaremos algunos versos de su poesía: […] esos huesos quebrados éramos nosotros en otras vidas. / Tal vez somos los mismos en las muertes sucesivas. / Eterno retorno de todas las voces, huellas y manos […].

En Rastros y rostros de las pandemias, Elssaca nos habla de mis muertos circulares y nos trae el recuerdo de Jorge Luis Borges —a quien conoció en Alemania— así como también se re rió a los laberintos en otros párrafos.

eodoro personi ca al virus, le da identidad, le impone: […] que dimita el virus farsante y se extinga sin contaminar nuestros cuerpos. Nos dejamos atravesar por las estrofas de “Árbol de las palabras”. Con imágenes contundentes nos conduce por un recorrido poético po- lifacético en usos y signi caciones.

El poeta lucha por vencer la gravedad interior y exterior, por liberarse de lo sórdido; la elevación del es- píritu y el cuerpo las simboliza en el acto de volar y nos invita a hacerlo: […] Digo Egipto, Mesopotamia o Persia, y son palabras / cargadas de magia y de historia, de tapi- ces voladores […].

Dueño de un vasto respaldo conceptual y bibliográ co, nos asombra con su potencia estilística y creativa. En su poema “Fulgor de relojes”, recurre a la metáfora como gran sugerente, es decir, logra un haz de signi cados. La sensación de belleza nos llega, aunque no se ajuste a lo racional. Citamos: […] He buscado por todas partes las horas, / algo está pasando que se me es- curren / igual a salvajes peces asustados […]. No ignora que, por su contenido estético-emotivo, la metáfora es un arma de feroz argumentación y polémica, y no simple adorno del texto. Las metáforas audaces como las que emplea Elssaca, tienen un real sentido literario, también las múltiples imágenes sensoriales cuyo sentido es comunicarnos la impresión de las cosas en el modo en que las percibimos. Como apoyatura, citamos del mismo poema: […] Los relojes reblandecidos de Dalí, / son su intento de retroceder las manijas, / antes que desaparezca la memoria […].

Cabe recordar que Elssaca tuvo un fugaz encuentro y diálogo con Dalí, cuando el genio de Figueras inauguraba la exposición más vista de la historia del Pompidou, en el París de 1979. La expectación internacional por esta retrospectiva fue tal, durante meses, que los últimos días la muestra debió permanecer abierta las veinticuatro ho- ras. eodoro regresó en varias ocasiones a contemplar esas obras, para estudiar el simbolismo (como lo hiciera también durante años con Turner, Cezánne, Matisse, Kandinsky, Edvard Munch, Matta y artistas anteriores como Goya, Rembrandt y otros). Este suceso quedó registrado en su ensayo “Peregrinación a la fuente”, escrito a mediados de los ochenta y publicado en 2005.

En el corpus de un libro con esta temática medular, era infaltable la alusión a La peste, de Albert Camus, obra en la que, si bien representa a los ciudadanos argelinos de Orán, nos lleva a viajar hacia nuestra interioridad y eso ocurre en el presente libro: nos representa a todos. Esa es la nobleza de las grandes obras, más aún las que están narradas impecablemente y en las que coexisten los miedos, las dudas, la lucha infructuosa, el sacrificio del deber, la bondad, la temeridad, la importancia de la amistad.

Elsacca escribe: Busco “le mot juste”, como decía Flaubert, la palabra exacta. Esa búsqueda hace que el arte en su escritura rescate el caos para volverlo orden y es, en parte así, y en parte lo contrario; pero es el orden formal preciso, el que producirá la estética, conformará la oposición de un orden férreo de estructura y una sugerencia de caos, de absurdo, de sinsentido, de grieta oculta.

Hoy llevo a mis muertos sepultados entre las costillas y los omóplatos, huesera de cráneos vacilantes […]; quien escribe sufre, se conduele, se siente herido: Hablo desde las astillas del madero, ataque yugular del anticristo. Con fascinante prosa poética, laboriosa, por cierto, sostiene una emoción que la justi ca y que, nalmente, no solo embellecerá la escritura, sino que marcará el sendero para precisar algunos puntos de vista.

Esa minuciosidad despierta una sensación corporal inmediata: Ante ustedes me saco el sombrero y hago una reverencia, para despedir a los muertos de todas las pandemias. En esta frase, casi fotográ ca, acude al lector la imagen del respeto por quienes fueron arre- batados de este mundo; es a través del encuadre que mani esta lo implícito. James Joyce nos habla de una máquina de epifanías, a partir de la experiencia de un esteta. Cuando estas manifestaciones —epifanías— alcanzan un cierto grado de intensidad, estamos ante el momento epifánico y son muchos y diversos los que atraviesan el corpus de Huésped del aire, en el que la literatura está sólidamente amalgamada con sus dos condiciones esenciales: la ética y la estética.

Finalmente, sentimos la necesidad de expresar agradecimiento por esta lectura placentera, embriagadora, conducente al ejercicio del pensamiento desde nuestra propia interioridad; es el logro de un trabajo admirable, con recursos aplicados con verdadero o cio, con destreza, ajenos a la vana afectación.

Graciela Bucci
Buenos Aires
Es ensayista, narradora y poeta argentina.
Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores en narrativa y poesía.
Miembro de Número de la Academia de Literatura Infantil y Juvenil. Disertante y poeta invitada en Congresos de Miami y Texas (EUA) Premio “Rubén Vela” a la trayectoria poética del Instituto Literario y Cultural Hispánico de California (Westminster)
En preparación su libro de ensayos literarios

Prólogo: Fernando Lolas Stepke

Proemio para poéticas prosas a quienes leerán

Con justicia se podría decir que estas prosas serán deleitables para innumerables personas.

Algunas se estremecerán con las angustiosas pa- labras de las primeras páginas. El poeta revive sus fantasmas y sus miedos. Al compartirlos se tendrá comunión con él y con ellos.

Las evocaciones, entre nostálgicas y fácticas, tienen eso que Gabriela Mistral hubiera llamado dulcedumbre. En ellas se re eja la persona del autor a través de la impronta de personas y personajes.

No solamente personas son materia de evocación. La materia, esa anticipación de las formas, toma los sitios como inspiración al hablarnos de cafés y bares indisolublemente ligados al oficio de las letras.

No deja de estar ausente la rememoración de quienes han dejado al poeta, en esa indigencia que es la falta de la amistad.

Imposible negarse a las invitaciones múltiples y diversas a usar este espejo de palabras para ahondar en la vida propia.

Consiste el misterio y el embrujo de la palabra en que con ella se habita el mundo y se hace de él hogar, en la acertada expresión de Octavio Paz.

Leyendo estas páginas recordé al eximio Fidelino de Figuereido, el literato portugués, que nos legó, por si fuera poco, un título magnífico: La lucha por la expresión.

En este libro hay expresión. Se expresan y exprimen ideas, imágenes, recuerdos. Sobre todo, los recuerdos, que son memoria con cordis, con corazón.

La pandemia es un pre-texto que ha permitido alumbrar estos textos. También podría decirse que es provocación que desata y articula evocación. Estas son palabras que se relacionan con eso que llamamos vocación, el llamado misterioso a los oficios, la promesa y compromiso de su virtuosa ejecución.

Auguro a quienes leerán este libro horas de regocijo, remembranza y agradecimiento al autor.

Fernando Lolas Stepke
Santiago de Chile
Académico de Número,
Academia Chilena de la Lengua Correspondiente,
Real Academia Española
Prof. Dr. Director,
Interdisciplinary Center for Studies in Bioethics,
Universidad de Chile

Reseña: Jaime Hales

‘Huésped del aire’

de
Theodoro Elssaca

La pandemia nos azota. De epidemia a pandemia, cuando el virus viaja entre los continentes, para amenazar con llegar a ser endemia y sindemia.

La pandemia nos somete a cuarentena y el escritor mira desde su ventana, siente el impulso de violar las normas y salir a ese parque que invita a pasear en el naciente otoño de 2020, con un sol suave, calor delicioso sin agobios, una brisa. Pero las hermosas muchachas que trotan libres y alegres, los niños que juegan sin celular en la mano, los hombres jóvenes haciendo sus gimnasias y otros cercamos a los 60 practicando yoga o Tai Chi, todos ellos, todos, han desaparecido, se han evaporado en las instrucciones de una autoridad que a veces cree que estos es una guerra, aunque los generales opinen lo contrario.

El escritor, tentado por el silencio citadino y el vacío de los prados y los escaños, quiere atravesar la legalidad para simplemente sentirse libre y gozar la soledad en el espacio público.

Prima, sin embargo, su sentido de responsabilidad, de padre de familia inevitablemente obligado a dar ejemplo y ser consecuente, consistente, coherente y todas esas exigencias silenciosas de una moral construida en la confrontación de tentaciones y la vivencia de tantos que cayeron y nunca se levantaron.

Entonces…

Entonces nace Huésped del Aire, el libro en el cual Theodoro el escritor rebelde se sube para viajar por el tiempo y los espacios. No sabe si es siempre su memoria o es su deseo, si es lo que aprendió estudiando y escuchando o lo que vivió en encarnaciones intensas en las que no discierne todavía si creer o no. Lo concreto es que comienzan a aparecer en medio de las sombras de un parque, que ve por la ventana, todos los personajes que lo estremecen. Cervantes, Shakespeare, Petrarca, Borges, Lihn, Parra (todos los Parra, por si acaso), Huidobro, Neruda, Barquero, Luis Sepúlveda, Guíñez sin ir más lejos o Gabriela Mistral recuperada por las nuevas generaciones.

Recorre épocas, epidemias y pandemias, pestes que sacudieron a la humanidad y junto a ello en un entretenido relato va tomando de la mano a todos los personajes de su vida, los que conoció y los que murieron sin haberlo visto nacer siquiera, para construir un encadenamiento mágico. Cafés literarios, bares, restoranes, librerías, edificios, monumentos, pero sobre todo miedos que se aplacan con anécdotas sabrosas y entretenidas, donde la ciudad que habitamos es un tejido literario que se articula en torno a la historia viva, narración y sentido.

En esta nueva cuarentena, que quizás no sea la última, nos entrega lo que escribió en el duro período de otoño e invierno de 2020, derramando su cultura amplia, completa y compleja, humanizando héroes y haciendo que los lectores podamos compartir un vaso de vino con quienes ya no están, con quienes aún quieren circular por las calles, como los griegos peripatéticos, por Las Lanzas, de Ñuñoa, y los numerosos cafés, bares y restoranes que están cerrando para siempre por falta de clientes. No solo porque se han muerto tantos escritores, sino porque la enfermedad ha obligado a suspender las tertulias, los abrazos de escritores, amantes y borrachos que ahora se encierran en anaqueles o en el salón de la casa. Elssaca, el escritor, se siente invitado por el aire y nos lleva a pasear con todos ellos, por todas las tierras, al más puro estilo del flâneur baudeleriano, conquistando y reencantando lugares de manera creativa y simbólica, en ciudades como Santiago, México, Madrid, Frankfurt o París, en las que ha trabajado.

El libro es hermoso, fino, culto y fácil de leer. Entretiene, nos hace reír, nos agita la nostalgia, nos desafía, pero sobre todo nos cobija con un abrazo paternal o maternal para pasar la nueva cuarentena pandemial y seguir caminando. Porque cuando pase la cuarentena nos sentiremos tentados para ir a la Plaza Ñuñoa o a las calles del centro de Santiago o a recorrer Madrid y Barcelona, avanzar por París y con este libro como guía turística, visitaremos librerías, bibliotecas, poetas, artistas y parques que nuevamente se llenarán de muchachas y muchachos haciendo deporte y personas mayores descubriendo el Yoga o el Tai Chi, hombres leyendo y niños y niñas corriendo detrás de una pelota.

Los prologuistas, Graciela Bucci y Fernando Lolas, escriben con placer y afecto, analizando el libro de un modo inteligente. Ellos nos ayudan a sacar partido de una obra que quedará para siempre en los anales y será recurso habitual para pasar encierros de este tipo u otro, sobre todo esos silencios prolongados de las soledades de amor.

En la portada aparece un médico, vestido a la usanza de la Edad Media cuando azotaban las pestes. Hoy se visten de astronautas.

Es una señal: si vamos a protegernos, que no sea soñando con ir al espacio exterior, sino enraizándonos en un mundo tan hermoso y que nos necesita.

Santiago, abril de 2021

PS: Breve video de dos minutos sobre el libro, con la voz de Elssaca en Off

Los poetas Theodoro Elssaca y Juan Mares, en la Facultad de Filología de la Universidad de Salamanca (foto de Jacqueline Alencar)

Theodoro Elssaca (Santiago de Chile, 1958). Poeta, narrador, ensayista, artista visual y fotógrafo antropologista. Viajero impenitente, ha trabajado por años en Europa. Es autor, entre otras obras, de: Aprender a morir (1983); Viento sin memoria (1984); Isla de Pascua. Hombre-Arte-Entorno, edición bilingüe (1988); Aramí (1992); El espejo humeante–Amazonas (2005); Travesía del Relámpago, antología poética (Ediciones Vitruvio, Madrid, 2013); Fuego contra hielo (Editorial Verbum, Madrid, 2014); Orígenes, edición bilingüe (Plaquette, Barcelona, 2015), Santiago bajo cero, edición bilingüe (Bucarest, 2015, entre otros). Ha recibido homenajes y reconocimientos, como el Premio Mihai Eminescu, por la prosa, durante el primer Festival Internacional de Craiova y la primera edición del Premio Poetas de Otros Mundos, otorgado por el Fondo Poético Internacional, en España.

Jaime Hales. Abogado, académico, poeta, narrador y ensayista, nació en Santiago de Chile el 21 de marzo de 1948. Seminarista, estudió algunos cursos de Teología en la Universidad Católica y cursó Derecho en la Universidad de Chile, licenciándose en 1973. Como abogado ejerció en temas de Derecho Penal y Derechos Humanos durante la dictadura. Fundador de diversas instituciones de Educación Superior, ha ejercido como Director de Escuelas, Decano de Facultad y Rector. Ha sido consultor en temas de Educación Superior del PNUD y del Ministerio Secretaría General de la Presidencia en Chile; asesor de CHILEDEPORTES; Agregado Cultural de Chile en México y asesor de la Comisión de Probidad y Transparencia del Gobierno de Chile.

fuente: https://tiberiades.org/?p=4971

Reseña: Pedro Olivares Torruela

Huésped del aire

Literatura colmada de imágenes
obra de
Theodoro Elssaca

Ha llegado a mis manos este nuevo libro de mi amigo Theodoro Elssaca y no pude parar de leerlo.

Me apasionó su pluma directa y emotiva acerca de nuestros autores que se está llevando la pandemia.

Notable su episodio dedicado a Van Gogh y su obra Los comedores de patatas, frugalidad que relaciona con las ollas comunes donde le otorga dignidad a la pobreza. Elssaca lo vivencia al punto de convivir con los austeros comensales, al interior del cuadro, seguido de su poema “El silencio del pan”, del que cito: Repartiremos el pan en silencio… el cuchillo hundirá su frío / en el trigo tibio / en la blanca harina / te sentarás a mi lado / repartiremos el pan / en silencio. 

Ya en libros anteriores relacionó paisajes y situaciones con Botticelli, Tiziano, Rembrandt, Hieronymus Bosch o Constable. Ahora en Huésped del aire, lo hace con Goya y las apariciones de los murciélagos que pueblan sus cuadros de aquelarres; las ciudades vacías como en las pinturas de Giorgio de Quirico; la mano de Da Vinci que sitúa surgiendo desde el Walhalla poético. Así también encontraremos las referencias cinematográficas de Pier Paolo Pasolini o Fassbinder, siempre en directa relación con sus Visiones desde la pandemia.

En el episodio “Cambio mis sombreros”, enloquecido de cuarentena, entra en un estado de teatralidad que nos arrastra al imaginario de mundos paralelos, donde emergen los amigos muertos, cito: mis muertos circulares del más allá y del más acá no necesitan tocar a la puerta, atraviesan las paredes… con entusiasmo beben mi vino hasta el amanecer.

Esta es la segunda obra escrita y publicada por Elssaca durante la pandemia. Frutos de una creación auténtica, realizada en la soledad y silencio del encierro, como un monje anacoreta Zen. Cabe recordar que Shakespeare comenzó su vida en el apogeo del primer gran brote isabelino en 1564, y también escribió durante otras severas pandemias algunas de sus mejores obras, fueron años en que los teatros de Londres permanecieron cerrados y el bardo de Stratford-upon-Avon itineró por Inglaterra. Escribió Rey Lear y La tragedia de Macbeth cuando estaba en cuarentena por la peste bubónica, mientras suspendía sus sueños y proyectos.

Igual que hoy, los teatros y cafés permanecen cerrados y Theodoro Elssaca nos muestra con lenguaje crudo y a ratos con tintes de nostalgia o sarcasmo el dolor que ello significa, cuando sabemos que parte de nuestra identidad surge del dialogo y convivencia en el encuentro con los otros, situación imposible en los tiempos de la peste. 

Literatura elssaquiana colmada de imágenes, pintura, cine, teatro, que confluyen con fuerza y sentido en una obra en la que se agradece la exquisita pulcritud en la sintaxis, la coherencia y la semántica que expresan con fuerza inusitada la circunstancia que la humanidad padece hoy. Contenido siempre atravesado de manera sorprendente con un tejido denso de historias y referencias que lo elevan a una especie de hiper texto, logrando conexiones tan oportunas que parecieran ir abriendo otras ventanas.

Ocasión para señalar que además este es el único libro publicado hasta ahora que hace un homenaje a los autores muertos durante esta pandemia, con semblanzas y anécdotas desconocidas que hacen de este un manifiesto imperdible.  

Pedro Olivares Torruela
Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación
Santiago de Chile, otoño 2021

Reseña: Antonio Gil

Visiones pandémicas de Elssaca

Diario Las Últimas Noticias 
Jueves 6 de mayo de 2021

El mundo editorial nos trae sorpresas. Tal es el caso del nuevo libro del prolífico escritor chileno Theodoro Elssaca: Huésped del aire – Visiones desde la pandemia, publicado por HB Editores. Aquí Elssaca nos ofrece su visión nada esperanzadora y harto febril del mundo que poblamos estos días convulsos. En su último capítulo “Rastros y rostros de las pandemias”, compuesto por trece notables episodios, nos muestra la luz al final del túnel y nos convoca a ser parte del “Salto cuántico”. Cautiva la prosa amena y bien escrita del poeta, narrador, ensayista, fotógrafo y osado aventurero amazónico (expedición que organizó desde Madrid en 1987, plasmada en su libro El espejo humeante – Amazonas, publicado por la Fundación IberoAmericana en 2005, con profusión de valiosos petroglifos precolombinos rescatados en su periplo y que cuenta con gran prólogo de Gastón Soublette).  

Elssaca nos lleva a un recorrido que va desde lo elegíaco hasta los obituarios, rindiendo sentidos y afectuosos homenajes a autores y otros artistas que han caído, casi inadvertidamente, bajo la guadaña de este tiempo adverso. No en vano el autor dedica este libro “…a todos los amigos, autores y lectores que se va llevando la pandemia, arrebatados sin la posibilidad de la despedida, el abrazo necesario, la mirada presente”.

En fin, es un libro donde desfilan reseñas con historias desconocidas, poemas y recuerdos, como láminas en que se intuye a Theodoro Elssaca, hombro con hombro, junto a las fenecidas figuras de Chile y el mundo, compartiendo como en unas improbables páginas de vida metafísica, imágenes cinematográficas en una procesión de lugares evocadores, donde el más allá y el más acá entrechocan sus copas de champán. Pletórico de datos y sabrosos detalles biográficos nos eleva y presenta este poderoso libro, que sin duda será un referente. 

También estalla la ira de Elssaca, verdadero poeta-profeta, en su reivindicación “murcielaguesca” y hondura ecológica. Cito, por ejemplo: “Quizá se pueda recuperar algo / de los bosques amazónicos arrasados / y mitigar la desertificación. / Muchos demostrarían agradecimiento. / Los osos polares estarían muy agradecidos”. Y así el libro sigue su inclasificable estilo, con algunos versos acusadores, como “¡Atención marcianos, cuídense, los humanos van en camino!”.

Del terror estas visiones desde la pandemia.    

Antonio Gil
Jueves 6 de mayo de 2021
Diario Las Últimas Noticias

Reseña: Jesús De Castro

THEODORO ELSSACA, UNA VOZ NECESARIA

Pocas veces tengo la ocasión de recibir y valorar un buen libro, por ese motivo acogí con entusiasmo la idea de hacerlo con la voz profunda y potente de HUÉSPED DEL AIRE, de Theodoro Elssaca.

La principal característica de HUÉSPED DEL AIRE, al menos para mí, es la riqueza metafórica que a través de cada página deja ver la imagen de una voz reflexiva, una voz potente, una voz necesaria. Theodoro nos conduce con un lenguaje elevado por un camino paisajístico que se aleja de la llaneza literaria actual, donde todo es casi predecible.

Theodoro nos ofrece algo más que un libro con su visión de la pandemia, con sus reflexiones sobre la vida y la muerte en pandemia. Ya que al mismo tiempo nos ofrece un portal que entronca con el romanticismo y su desesperación de la vida, un portal necesario para volver a recorrer los viejos caminos literarios y reflexionar sobre el actual panorama de llaneza sin sobresaltos. Siempre he defendido que la literatura debe tener cierto grado de insolencia en el aspecto de no dejar indiferente al lector y Theodoro consigue su propósito a lo largo de cada palabra que, encadenada a otras, forma frases que a su vez forman líneas hasta completar un texto lleno de contenidos metafóricos que a su vez nos conducen a un paisaje literario real.

Hoy más que nunca necesitamos voces potentes y Theodoro Elssaca es una de esas voces necesarias, especialmente en Chile.

Jesús De Castro
Escritor español y director de contenidos
de la revista y editorial Aquarellen

Jesús De Castro, Escritor español y director de contenidos de la revista y editorial Aquarellen
Entrevistas
Entrevista en el programa Traficantes de Cultura

Prensa

Sentimos la necesidad de expresar agradecimiento a Elssaca por esta lectura placentera, embriagadora, conducente al ejercicio del pensamiento desde nuestra propia interioridad. Obra ecléctica, honda, desafiante, nutrida por ensayos, poesía e imágenes. Es el logro de un trabajo admirable, con recursos aplicados con verdadero oficio, con destreza, ajenos a la vana afectación.